Los mitos referentes a la alimentación nos persiguen y conviven con nosotros ya que pasan de generación en generación, por eso no es raro que en algún momento de nuestras vidas hayamos tenido que hacer frente a los temas referentes a la alimentación, generalmente para tomar un grado mayor de consciencia sobre aquello que estamos consumiendo y hasta qué punto nos hace bien o mal.
En estos temas nos topamos con los alimentos ideales y los alimentos prohibidos, pero, ¿qué tan beneficioso o nocivo puede llegar a ser algo que consumimos en nuestra dieta? ¿Realmente el pan es tan malo como nos lo hacen ver tantas personas?
Lo que pudiera hacernos dudar mayormente es que a veces no se cuenta con una fuente digna de confianza en la cual se pueda fundamentar firmemente; por el contrario, lo más común es que haya lugares en los que, prácticamente, se alaben las propiedades de cierta comida y, al mismo tiempo, lugares en los que se desprestigien complemente.
¿A qué le deberíamos creer entonces, si hay múltiples informaciones adversas?
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La mejor manera de salir de una duda es confirmar lo establecido, para saber si es verídico o falaz.
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Decimos esto porque constantemente nos topamos con que, cuando se quiere poner en práctica alguna dieta, hay una infinidad de alimentos que deben consumirse en cantidades mínimas o que deben desaparecer. Tal es el caso del tan famoso pan.
Este particular alimento aparece con mucha frecuencia en la lista de los comestibles que es mejor evitar, por múltiples razones. Veremos, entonces, cuáles son estas concepciones que se tienen del pan que lo vuelven tan “peligroso” en las dietas, y cuál es el contraste con los beneficios que nos aporta:
¡El pan es nuestro enemigo!
Evidentemente el miedo principal que surge en las personas sobre este alimento se da por los carbohidratos que contiene.
En una dieta, lo “ideal” es evitar al máximo el consumo de los carbohidratos, pues si la idea es no engordar estos se encargan de hacer exactamente lo contrario.
El almacenamiento de la glucosa generada por este cereal es el némesis que todos esperamos no enfrentar mientras estamos en una dieta, por lo que este alimento no es tan deseable.
Además, las vitaminas y minerales que nos aporta son muy limitados, cuando, lo que pretendemos, es hallar sustitutos alimenticios que contengan los nutrientes necesarios para la vida y sin embargo no subir de peso.
Es por esto que se prefiere reemplazar a cualquier costa su consumo, ya sea por galletas integrales o por una variación: el pan integral.
La diferencia entre el pan blanco común y el pan integral radica en que el segundo contiene una cantidad mucho mayor de fibra dietética, así contenga, igualmente, hidratos de carbono. Entonces, lo mejor será retirarlo de nuestra dieta si queremos bajar de peso.
Estas son algunas de las afirmaciones que pueden hacerse sobre este alimento y sus inconvenientes referentes al consumo. No obstante, ¿Qué tan cierto o falso es todo lo que se dice? ¿De verdad sólo trae mal a nuestra nutrición? ¿Por qué no se resaltan las otras características que tiene?
Hasta cierto punto, las cosas pueden ser verdad o mentira, por lo que es mejor conocer ambas caras de la moneda.
¿El pan puede ser nuestro enemigo?
Ahora vamos a ver cuál es el contraste con las cosas positivas que nos ofrece este “alimento prohibido”.
Es verdad que para bajar de peso lo mejor es mantenerse al margen del consumo de glucosa excesiva por parte de los alimentos; sin embargo, el enemigo número uno de la dieta no son los carbohidratos, son las grasas. - Twitéalo
Podríamos sumarle puntos al pan, ya que su contenido en grasas es mínimo. No se estaría haciendo nada si se quita por un lado a los hidratos de carbono de nuestra dieta y, en cambio, no se vigila el consumo de alimentos que contengan grasas.
Al mismo tiempo, uno de los errores que se comete al abandonar los carbohidratos de la alimentación es que se está acabando con las reservas que el cuerpo tiene de éstas, por lo que, como mecanismo de defensa, las buscará en lugares donde no está sólo para suplir su ausencia y poder trabajar.
Es ahí cuando se activa la reserva de grasas, en acto de compensación, logrando justo lo que queríamos evitar.
Por otro lado, una de las mayores ventajas que tiene es que, por algunos aspectos culturales, es fácil de conseguir, ya que se encuentra en múltiples lugares, a diferencia de ciertas “comidas sugeridas” en periodo de dieta que, además de su restricción, son poco accesibles monetariamente.
¿El pan es nuestro enemigo o nuestro aliado?
Ahora que tenemos el contraste entre los “beneficios y daños” de este estigmatizado alimento, es cuestión de pensar y hacer un análisis del caso.
Lo mejor cuando se realiza una dieta es que haya una variedad en lo que se consume y tratar de encontrar los alimentos que mayor nutrientes nos brinden, para no perdernos de los aportes a nuestra salud que puedan darnos; la idea principal es tener un balance en lugar de castigarnos.
Es decir, para muchos de nosotros el pan forma parte de nuestras comidas diarias, en cualquier momento del día. Si lo retiráramos de nuestra dieta probablemente no seríamos capaces de mantenerla y tendríamos que lidiar todos los días con el sentimiento de culpabilidad de no estar “haciendo las cosas bien”. Basta con tener consciencia respecto a lo que se consume y evitar al máximo los excesos, en todo.
Como último factor a resaltar, el metabolismo en todas las personas NO es el mismo. Una de las posibles causas de la adversidad de ideas referentes al pan es que puede ser que a algunos, definitivamente, les haya hecho engordar más de lo esperado; para otros, puede ser que haya tenido el efecto contrario.
Si funciona en ti o no, sólo tú puedes averiguarlo, porque, aunque hay una constante en el organismo de las personas en general, no con todos funciona igual.
De ahí la importancia de poner en práctica la información adquirida: una vez se tengan las bases y las pautas, queda en la persona cerciorarse de si es cierto o falso, o de cómo funciona en su caso particular.
Recordemos igualmente que cuando buscamos bajar de peso no buscamos maltratar a nuestro cuerpo, haciendo a un lado aquello que nos gusta, sino ser lo más saludable posible.
¿Cuál es tu relación con el pan? ¿Lo has eliminado completamente de tu dieta o aún lo sigues consumiendo?
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